La cooperación entre nuestros pueblos solo será plena ese día en que logremos el respeto por todos los territorios, por todas las vidas, por todos los cuerpos; solo reconociendo las diversidades que nos caracterizan lograremos alcanzar esas sociedades signadas por la paz que son nuestro principal anhelo.
Esta aspiración se aleja de millones de personas que cada día sufren porque su derecho a elegir y decidir libremente es violentado: no pueden ser soberanas de sus propios cuerpos, son perseguidas por amar a alguien de su mismo sexo, son obligadas a embarazos forzados, empujadas a abortos clandestinos que causan enfermedad, muerte, con acceso restringido o prohibido, a la diversidad de métodos anticonceptivos y de emergencia. Con políticas públicas de escaso presupuesto y que no respetan los saberes ancestrales de los pueblos.
¿Cómo pensar vivir en sociedades con paz en medio del sometimiento a las diferentes manifestaciones de las violencias de género, con las crudas muestras de violencia sexual y de la trata de personas, en sistemas que no solo naturalizan estas discriminaciones, sino que las promueven y exaltan?
Para la mayor parte de la población de nuestro planeta, y sobre todo de nuestros países, la inseguridad, el riesgo de violencia y muerte, no se encuentran solo en las calles sino dentro de nuestras casas, nos persiguen en la escuela y en el trabajo, y son fruto de la cultura machista.
Peor aún será si somos afro descendientes, indígenas, pobres, mujeres, jóvenes, si no somos heterosexuales, si presentamos algún tipo de capacidad diferente, si tenemos otra identidad de género.
El derecho a los saberes de nuestros pueblos, a una organización que busca alcanzar el buen vivir, la felicidad, debería constituir un derecho humano inalienable. Es por eso que nuevamente exigimos recuperar el goce del derecho a nuestro propio cuerpo; a disfrutarlo, a compartirlo, a dar frutos con alegría.
La paz no se construye con la opresión de nuestros cuerpos, ni de nuestros pueblos. Tampoco con discriminación étnico racial, sexual, de género, ni de tipo alguno. Porque nuestra historia reciente nos deja como enseñanza que ni las botas militares ni los garrotes civiles, ni un sistema económico que mercantiliza las relaciones humanas, conducen a la seguridad ni a la paz.
Por todos estos motivos, y lamentablemente por muchísimos más, el lema de esta Asamblea, "Paz, seguridad y cooperación en las Américas", solo cobraría sentido si nuestros Estados se comprometieran a adoptar una Convención Interamericana, que garantice el efectivo cumplimiento de los derechos sexuales y los derechos reproductivos de todas las personas de nuestra América.
Basta de muertes, es hora de derechos….
Lima, junio de 2010.Campaña 28 de Septiembre Día por la despenalización del Aborto en América latina y el Caribe
Centro de la Mujer Peruana "Flora Tristán"CIDEM CLADEM - Cotidiano Mujer - IGLHRC - Red de Salud de las Mujeres Latinoamericana y del Caribe RSMLCRed Latinoamericana de Católicas por el derecho a decidir - Rede Feminista de Saúde REPEM - DAWN
Alianzas nacionalesARGENTINA - BOLIVIA - BRASIL - COLOMBIA - EL SALVADOR - PANAMÁ - PARAGUAY - PERÚ - URUGUAY
Fuente: Cladem